Estamos de aniversario de uno de los hechos más importantes de la Historia Moderna, y es que hace 500 años exactamente el 8 de septiembre de 1522, la nave superviviente de la expedición de Fernando de Magallanes, la Nao Victoria comandada por Juan Sebastián Elcano, hacía su entrada en el puerto de Sevilla, tras más de tres años de navegación buscando un nuevo paso hacia Las Indias Orientales.

Los 17 supervivientes de la penosa travesía transoceánica son homenajeados estos días con multitud de actos, recreaciones, documentales, artículos y hasta una serie de televisión (“Sin límites” disponible en Amazon Prime, puedes ver aquí mi opinión sobre ella).

Nao Victoria
Reconstrucción de la entrada en Sevilla de la Nao Victoria

La verdadera gesta fue volver. Esta expedición nunca quiso dar la vuelta al mundo, su objetivo era llegar a las islas Molucas, las de las Especias, por una ruta que fuera más beneficiosa a la Monarquía Hispánica que la que se usaba hasta aquel momento y que estaba dominada por los portugueses.

Muchos hombres murieron en el viaje por enfermedad, en contiendas contra nativos o tragados por el mar, y jamás llegaron a ser conscientes de la gran proeza que realizaron sus compañeros. La idea inicial que presenta Magallanes a Carlos I era simple: a través de unos mapas que él conocía podían encontrar un paso a Las Indias desde el sur del continente americano, pero lo que no sabían era dónde estaba exactamente ese paso y los peligros que presentaba para la navegación por su clima y meteorología, aparece de las dificultades geográficas.

Y también desconocían algo muy importante: que, tras ese estrecho, que finalmente descubrieron y llamaron “de Magallanes” existía un imponente mar, el Océano Pacífico, de extensa longitud y nunca cartografiado por los europeos, que supondría todo un desafío atravesar. Lo que pareció una victoria tras encontrar el estrecho, se convirtió en un largo viaje por un mar nunca surcado del que no tenían referencias. Pasaron hambre y sed, ya que no podían reponer víveres. Encontraron nuevos pueblos e islas. Conocieron nuevas culturas

Y sí, finalmente llegaron alas islas de las Especias y con tan solo la mercancía que regresó a Sevilla en la Nao Victoria, el viaje quedó económicamente cubierto.

El regreso tampoco estuvo exento de peligros, ya que eran costas dominadas por los portugueses donde los españoles no tenían derecho de paso. Entre unos problemas y otros, de las cinco naves que partieron, tan solo regresó una. De los 239 hombres que se embarcaron, tan solo 17 volvieron a puerto. Ninguno de los capitanes, ni tan siquiera Magallanes, estaba entre ellos. Tan solo la pericia de Elcano y las ganas de luchar por la supervivencia les convirtieron en héroes.

Lo magnífico y maravilloso de esta expedición no fue tanto el descubrimiento del paso en sí, como la constatación de que la tierra era redonda y se podía navegar. Se conoció un mundo completo, con nuevas rutas de navegación y comerciales que abrirían una red de contactos intercontinentales nunca vista hasta el momento.

¿Fue una proeza?

¿Una temeridad?

¿Sabía Elcano hacía donde dirigía la nave una vez cogió el mando?

Quedan muchos interrogantes abiertos.

Totalmente recomendables los documentales emitidos por La 2, que pueden verse en estos enlaces: “El viaje más largo”  ver aquí  y “Esférica”  ver aquí

Y si os apetece leer la crónica original del viaje, una de las varias que se escribieron en la época, podéis leer a Antonio Pigafetta, que estuvo presente desde la salida de Sevilla hasta el regreso al puerto de la única nao superviviente.

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