Estocolmo es una ciudad hundida tras el asesinato del Rey Gustavo III. La Guerra Ruso – Sueca (1788 – 1790), un conflicto propiciado por el monarca, ha agotado a la población y a la economía. La moral del pueblo está baja tras una derrota humillante. Las calles se pueblan de veteranos de guerra mutilados y empobrecidos, mientras que el gobierno está ocupado en una sucesión monárquica poco clara, ya que el futuro Gustavo IV es apenas un niño de trece años.
Las conspiraciones políticas y la lucha por el poder abarcan todos los ámbitos, mientras que la resaca de la posguerra ruso-sueca ha dejado pobreza, corrupción y conflictos que conforman una sociedad de atmósfera irrespirable. Corre el final del siglo XVIII y la tensión provocada por la Revolución Francesa se palpa en el ambiente de una ciudad que, fuera de la belleza de sus edificios y paseos, está llena de habitantes que pugnan por sobrevivir en unos bajos fondos helados y míseros.
Este es el ambiente que Niklas Natt och Dag nos describe en su novela 1793. Una visión alejada del Estocolmo monumental que conocemos, donde el alcoholismo, la violencia, la corrupción, la prostitución y los engaños se entremezclan con el deseo de sobrevivir y prosperar de una población pobre y muerta de hambre. Los más afortunados retozan en un ambiente festivo, de gran poderío económico, de lujo y despilfarro, pero que está solo al alcance de unos pocos. El resto, morirá congelado en las gélidas noches suecas. Este es el entorno de la novela. Un mundo desesperanzado, cruel y violento, en el que la razón, la belleza y la bondad no tienen cabida.
Los asesinatos son comunes en esas largas noches de invierno y la corrupta policía poco hace por investigarlos y aclararlos. Mickel Cardell, un mutilado de guerra, y el abogado Cecil Winge, al borde de la muerte por la tuberculosis, se ven envueltos en una sucia trama tras el descubrimiento de un cuerpo en el lago, atrozmente cercenado, al que le faltan las cuatro extremidades y que parece haber sufrido lo indecible hasta su muerte. A pesar de sus diferencias, intentarán resolver el asesinato, aunque el tiempo les apremia, rodeándoles de muerte y padecimientos. Como si de un hilo se tratara, toda la trama enfoca hacia un final que sabemos de antemano funesto, con un halo de pesimismo constante.

Publicada en España en 2020, 1793 es la primera entrega de una trilogía denominada Bellman Noir, es un thriller histórico trepidante, donde la acción no para y ninguna escena resulta innecesaria. Es una novela tenebrosa, dura, descarnada, en la que afloran los peores instintos humanos y en la que todos los personajes tienen una cara oscura que el autor nos muestra sin tapujos. Las descripciones del Estocolmo de finales de siglo XVIII son tan perfectas que te parece que puedas estar paseando por esas mismas calles, heladas y sin apenas luz, buscando una taberna o un refugio a la intemperie donde descansar unos huesos al borde de la inanición.

Las reflexiones filosóficas y políticas, la lucha por la supervivencia y el deseo de prosperar del ser humano pagan las 426 páginas de esta novela, añadiendo una rotunda profundidad a una trhiller que, de otro modo, quizá no hubiera tenido un éxito tan arrollador como el suyo. Los claros referentes al Marqués de Sade, a la ideología de Rosseau y a los teóricos de la Ilustración conforman una obra que muestra una violencia explícita y que, en ocasiones, pudiera herir la sensibilidad del lector.
Podremos ver multitud de referencias a obras cumbre como “El nombre de la rosa” de Umberto Eco o “El perfume” de Patrick Suskind, por su claridad a la hora de retratar un mundo decadente, alejado del conocimiento y plagado de vicio y de crueldad. Winge y Cardell, a semejanza de Guillermo de Baskerville y Adso de Melk, investigan el asesinato llegando a claras conclusiones y siendo uno el mentor y salvador del otro; la influencia de la ignorancia y la corrupción son evidentes y afectarán a todos los personajes, salvo unos pocos elegidos, de calidad moral superior al resto. Por su parte, las claras referencias a los olores, a los vahos putrefactos que emanan de los canales, a la podredumbre que habita en los suburbios, nos traslada a un mundo ciertamente poco onírico, una ciudad maldita y condenada al abismo, tal como se reflejaba el París del personaje principal de la obra de Suskind.
El trabajo de documentación que se observa detrás de esta novela es maravilloso, con gran exactitud en los detalles y sin errores, trasladándonos en el tiempo con sus descripciones como si pudiéramos aparecer en el misero barrio de Santa María Magdalena y visualizar los horrores que allí se vivieron. El lenguaje, la construcción de los personajes y las tramas dan lugar a una obra que merece ser recordada y admirada como una muy buena novela histórica. A pesar de ello, encontraréis reseñas que la tildan de macabra y demasiado violenta y dura. Y es muy posible que sea así, pero ello no le resta valor ni mucho menos originalidad a la propuesta del autor.
¿Qué nos atrae como lectores a esta novela para haber tenido tan gran éxito? Sin duda, a los amantes de la novela histórica les enamorará su fabulosa ambientación y a los del género negro, la tensión mantenida sin límites y el original desenlace. Puede que no guste a todos pero no deja de ser por ello una fantástica novela.
El autor, Niklas Natt och Dag (Estocolmo, 1979), miembro por cierto de esa misma antigua nobleza sueca que critica descarnadamente, debutó con esta obra, que fue galardonada en Suecia con el premio Mejor Libro del Año y considerada mejor debut por la Academia Sueca de Novela Negra en 2017.
Si te atrae la figura de este autor fuera de lo común, puedes leer su entrevista en a través de la agencia EFE aquí
o ver su intervención en el programa Página Dos pulsando en este enlace
La esperada continuación, 1794, me aguarda para ser leída en breve.

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